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Puerto Madryn

Esta semana se cumplió el aniversario número 155 de la ciudad de Puerto Madryn. Exactamente el 28 de Julio del año 1865 desembarcaban en Punta Cuevas 153 galeses de la goleta Mimosa.


Claro que estos galeses no fueron los primeros habitantes de la zona, ya estaban aquí los Tehuelches, indígenas nativos de la Patagonia, seres corpulentos, altos, de buen porte, con rasgos duros, labios finos y piel clara, sus cabellos eran gruesos y largos, vestían pieles de guanacos y zorros, que los cubrían por completo, necesario para soportar los duros inviernos del fin del mundo. Su rasgo físico más importante, el tamaño de sus pies, detalle que no pasó desapercibido ante los ojos de Magallanes, quien luego a raíz de esto los llamó “Patagones” y a su tierra, como hoy la conocemos… "Patagonia".


Exiliados de su tierra natal, 153 galeses (entre mujeres, hombres y niños) partieron del puerto de Liverpool en búsqueda de nuevos horizontes donde pudieran vivir en paz y continuar con su cultura, religión y costumbres. Dos meses después de partir desembarcaron en lo que hoy conocemos como Punta Cuevas, y en lo que en su momento se transformó en su primer hogar, en estas tierras frías, áridas y lejanas.

Dos banderas idénticas flameaban aquel 28 de Julio, simbolizando la reunión pacífica de dos culturas completamente distintas. La bandera Argentina con el dragón Galés en el medio, fue el símbolo de nacimiento de una nueva historia.


A partir de este momento, esta historia por supuesto que continúa escribiéndose. A orillas del mar, la falta de agua dulce y de tierras propias para el cultivo, hizo que los galeses tuvieran que trasladarse para ubicarse un lugar donde pudieran asentarse antes de morir de hambre y congelados. Y como en la ley de la vida sobrevive el que se adapta, este lugar fue a orillas del Rio Chubut, tenían toda el agua dulce que necesitaban para beber y las tierras a su alrededor eran aptas para cultivar, hasta le encontraron similitudes con su tierra natal, debido a la geografía y el paisaje.

Así los galeses iban expandiéndose por toda la provincia, contaban con el apoyo del ministro del interior en ese entonces, quien les dio muchas posibilidades y en honor a toda esta ayuda, los galeses nombraron un pueblo en su nombre, lo que hoy conocemos como Rawson (Capital de la provincia).


Por supuesto que no fue todo color de rosa, tuvieron sus desencuentros con los pueblos nativos, pero a pesar de ello, entre la desconfianza de los unos y los otros, y la poca comunicación debido a la diferencia de lenguas, supieron sacar provecho de este nuevo lazo. Gracias a los Tehuelches la adaptación en estas tierras fue un poco más llevadera para los galeses, teniendo en cuenta que este primer grupo que llego el 28 de Julio, poco entendían de agricultura y mucho menos de la agricultura local. Los Tehuelches les enseñaron técnicas de caza y a criar ganado. Los galeses por su parte proveyeron al pueblo Tehuelche con artículos que necesitaban y a su vez comercializaban los productos que estos mismos producían. Era un ganar-ganar para ambas comunidades, un perfecto estado de armonía, supieron convivir en paz, ayudándose mutuamente.

Pueblos como Trelew, Dolabon, Trevelin y Gaiman fueron fruto de esta historia de Tehuelches y Galeses.


Esta rara mezcla de identidades forman la identidad de este lugar remoto del mundo, Puerto Madryn.

Me siento afortunada de ser “NYC” (Nacida y criada), no solo en esta ciudad, en esta provincia, rica de historia y de cultura, y ni hablar de sus increíbles paisajes. Durante mi infancia, sobre todo en la primaria, la historia de la ciudad y de la provincia se reveía cada año, no solo en las materias, también en los actos, en las festividades y en cada 28 de Julio.


En cuarto grado, mi maestra Érica (Que si me estás leyendo en este momento te mando un abrazo gigante) nos hizo leer a mí y a todos mis compañeritos del grado, el libro “El Evangelio y Don Eduardo: Un Tehuelche y un Galés”, escrito por Roy Centeno Humphreys. Es un librito cortito, de lectura muy amigable (Si alguien lo encuentra en alguna librería por favor avísenme!, lo perdí en alguna de mis tantas mudanzas), ideal para que un niño de 10 años, o para que esta niña de 10 años en ese entonces, conozca un poco de la historia de su tierra… y se enamore por completo de ella.


Tuvimos la suerte de conocer a Roy, ya que fue invitado a nuestro colegio para contarnos algunas historias y autografiar nuestros libros. Ya estaba viejito, hablaba pausado, pero con mucho amor nos dedicó un poco de su tiempo, y mientras lo escuchaba, sentada en el piso de la biblioteca de mi colegio, imaginaba en mi cabeza, cual dibujo animado, lo que Roy iba narrando.


De la mano de mis padres tuve la posibilidad de recorrer bastante la provincia, eran jóvenes y aventureros (de tal palo tal astilla), y con la chata de mi papá, nos adentrábamos en las rutas chubutenses, de Este a Oeste y de Norte a Sur. En uno de los viajes pasamos por un lugar, que quedó para siempre grabado en mi memoria, la tumba del caballo Malacara.


Volviendo a las historias de los galeses, uno de ellos, John Daniel Evans, en el año 1883, junto a otros ocho galeses, emprendió un viaje al desierto de la provincia en búsqueda de oro. Al poco tiempo de comenzada la travesía cinco de los nueve galeses decidieron abortar misión y regresar a tierra segura. Evans, John Parry, John Hughes y Richard David continuaron, confiaron en su suerte, pero en donde hoy se encuentra el Valle de los Mártires, fueron sorprendidos por un grupo de Tehuelches quienes los creían espías del ejército, claro que el encuentro fue de lo más incómodo, desconfiados los Tehuelches intentaron persuadir a Evans y a sus compañeros, y así llevarlos con su tribu. Los galeses se negaron, pero con muy buena intensión se llevó a cabo un intercambio de regalos y decidieron seguir las huellas de sus cinco compañeros que habían emprendido la vuelta un tiempo atrás. Parecía que el disgusto había pasado, el mal momento con los Tehuelches había quedado atrás y su retorno sería exitoso… Pero lamentablemente los Tehuelches volvieron a sorprender a Evans, Parry, Hughes y David, esta vez con lanzas y flechas, los perseguían, los estaban atacando, eran treinta contra cuatro, los galeses contaban con sus armas pero no fue suficiente. El único sobreviviente fue Evans, gracias a su caballo Malacara, quien fue el único en esta persecución, en animarse a saltar a un profundo zanjón, el cual les salvo la vida. Evans y Malacara atravesaron juntos lastimados y agotados 150km, hasta llegar al Valle de Chubut.


Esta historia la oí por primera vez contada por Roy. Ese mismo año, durante un viaje de primavera que hice con mis padres, un escalofrío corrió por mi espalda, habíamos llegado a Trevelin... y me encontraba frente a la tumba del Malacara:


La inscripción: “Aquí yacen los restos de mi caballo Malacara, que salvó mi vida en el ataque de los indios en el Valle de los Mártires el 4/3/84 al regresarme de la cordillera. RIP. John Daniel Evans”.


Toda la historia se revivía en mi cabeza, Clery A. Evans (la nieta de Evans), quien nos recibió cálidamente en el museo esa tarde, nos contó algunas historias sobre la llegada de los galeses a la cordillera, sobre su abuelo, el amor que él tenía por su caballo, la historia que enlazó vidas y dio comienzo a sus aventuras y travesías a lo largo de estas tierras. Recuerdo ver (Impactada, claramente, tenía 10 años) una pata del Malacara embalsamada encima del hogar del museo, mientras escuchar a Clery contar algunas anécdotas de su abuelo que encajaban perfectamente con algunos relatos que había leído en el libro de Roy.


Siempre sentí que la historia de estas tierras está viva, lo percibo por ejemplo, cada vez voy a Punta Cuevas a tomar unos mates y se me viene el pensamiento de cómo se vería lo que yo estoy viendo ahora, hace 155 años atrás, ¿Qué vieron los galeses que desembarcaron del Mimosa?. Al ir a tomar el té Galés a Gaiman, alguna tarde fría de invierno y en la ceremonia del té sentir la esencia de este pueblo tan lejano. Encontrarme con edificaciones de los primeros colonos al recorrer algunos pueblos del VIRCH, y que estos se conviertan en museo a cielo abierto. O en cada viaje a la cordillera, que para mi, es un recordatorio de la aventura de Evans y su caballo Malacara.


Para mi querida tierra natal, Puerto Madryn… Feliz 155 años!

 
 
 

1 commentaire


Membre inconnu
03 août 2020

Tercera vez que vengo a Madryn y es verdad que la historia que tiene enamora. Ojalá pueda conocer alguno de los tantos lugares que mencionas! Hermosas historias. =)

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